viernes, 30 de diciembre de 2016

Emociología, ejemplos de uso: PSOE



Felipe González se caracterizó por el sentido de estado. Llevó al PSOE por un camino sinuoso, pero manteniendo una esencia racional, práctica.
Sacó al partido de posiciones ideológicas que ya se sabían fracasadas (marxismo) encarrilándolo en la socialdemocracia vigente en Europa.

Jugó a cambio con las emociologías, promocionándolas pero sin engancharse con ninguna. Anti-franquista, feminista, anti-EEUU, filo-nacionalista... todas utilizadas bajo el manto protector de lo políticamente correcto y a cobertura de los medios público y Prisa. Animando emociones de forma frentista, para que perjudicasen a su contrincante, el PP, pero sin quemarse, sin dejarse poseer por ellas.

Sabiendo que jugar a ser anti-EEUU no se podía llevar al extremo renunciar al sentido común y salir de la OTAN.
No valoro positivamente que excitase emociologías frentistas pero le reconozco el mérito de evitar que se descontrolasen.

La época de Felipe González acabó feamente. En un duelo de fuerte tensión emocional contra Aznar (‘doberman’ por un lado, ‘váyase señor Gonzalez’ altamente despectivo por el otro). Y, lo que resultó aun peor, desembocó en una demostración de incapacidad del partido para renovar el liderazgo.

Almunia fue colocado para evitar a Borrell y tras su fracaso esa misma corriente del aparato del PSOE apoyó a un Zapatero que se presentaba de tapado frente al favorito, Bono.


Zapatero llegó al poder como hombre de paja, un candidato sin apoyos propios, aupado por quienes se oponían a Bono.
Como indico en el capítulo de conductores al abismo, los líderes sin apoyos son peligrosos si en su entorno se han cultivado emociologías que puedan estar tentados a utilizar para sustentarse.

Exacerbó las emociologías de anti-PP e intentó que el propio PP se radicalizase en las suyas. Promocionó las emociologías anti-franquista, feminista, anti-homofobia, filo-nacionalista, populista de izquierdas, ecologista, anti-americana, pacifista... mientras animaba la reacción en el PP con constantes descalificaciones (derecha extrema, machista, belicista...) y provocaciones (un Estatuto Catalán contrario a la Constitución, ley del aborto con un controvertido tratamiento de las menores...)

Sus mandatos fueron un hervidero de emociologías y por lo tanto de crispación. Azuzó tensiones mientras apoyaba un medio de comunicación (Mediapro) para que las encauzase en su apoy; desconfiando de PRISA, afín al anterior aparato del PSOE.

En 2011, tras tres años de fuerte crisis económica, se produjo una reacción que volvió sus emociologías contra el propio Zapatero y el PSOE (el 15-M fue una reacción al exceso de demagogia, la gente se sentía embaucada, no representada), facilitando un gobierno de mayoría absoluta de Rajoy a finales de ese mismo año. (como cuento en"15-M: Al juego se le ven las costuras")


Tras la caída de Zapatero, el PSOE retomó su no resuelta competición por el liderazgo. Rubalcaba probó su suerte sin éxito y en Julio de 2014 llegó al poder Sánchez tras unas primarias que de nuevo solo posponían la elección.

Pérez Tapias representaba a un sector minoritario en el partido, Madina al antiguo aparato y Sánchez era un hombre de paja de la verdadera fuerza en el PSOE, Susana Díaz. De esta forma se llegó de nuevo a una situación similar a la de Zapatero.

Sánchez, hombre de paja de Susana Díaz, se encontró con un tablero de juego ya caótico para el PSOE. Con Podemos (Enero 2014) y Ciudadanos pescando en su caladero electoral tradicional (como cuento en “el origen de los emergentes”)

Los excesos de emociología de Zapatero habían separado tanto las acciones de gobierno del discurso que posibilitaban tanto la estrategia de Ciudadanos, ofreciendo acercar el discurso a los actos, al sentido de estado, como la de Podemos ofreciendo lo contrario, acercar los actos de gobierno al discurso emocional.
Así que Sánchez se encontró frente a una disyuntiva de supervivencia política parecida a la de Artur Mas que resolvió también de forma similar. Exacerbando las emociologías anti-PP, apelando a las bases más exaltadas y apoyándose en partidos con los que comparte emociología. (como cuento en Las aventuras de Sánchez y Mas, parecidos y diferencias)
 



Así hemos llegado a la situación actual del PSOE, dirigido por una Comisión Gestora que se enfrenta al doble reto de: 

 - Serenar el debate: para evitar ser arrastrados a la autodestrucción por los excesos emociológicos desplegados en su propia militancia y cuadros.

 - Evitar que el tacticismo vuelva a colocar al partido en una posición emociológica de riesgo. Una posibilidad real ya que la cuestión del liderazgo aún no se ha resuelto. Ahí el PSC y el PSE ejercen una influencia muy peligrosa. Tanto respecto de lo obvio, el filo-nacionalismo, como respecto del populismo de izquierdas. Ambas emociologías forman parte de la tradición del PSOE y tienen muchos puntos de coincidencia (anti-franquista, anti-simbología-española, justificando los incumplimientos de la ley oponiendo su legitimidad a legalidad...)

Unos retos difíciles de argumentar y que muestran con claridad la utilidad de incluir el concepto de emociología en el análisis: ¿En base a qué se retarda la elección de un nuevo Secretario General? ¿Qué legitimidad tiene la Gestora para guiar al partido?

La argumentación real, aunque no expresada abiertamente, es que las organizaciones necesitan de mecanismos de defensa frente a las emociologías. Tanto las democracias como los propios partidos políticos se defienden a través de la representación, legalidad, reglamentación... que no solo ejercen las funciones de añadir profesionalidad y facilitar la toma de decisiones. También retardan el efecto de las emociologías amortiguando sus golpes impulsivos.

Los riesgos de la democracia directa o los mecanismos plebiscitarios como el llamado "derecho a decidir" o de las primarias abiertas se entienden mal sin el concepto de emociología. Pero este tema, el de la justificación emociológica de los elementos reguladores de las democracias y organizaciones se trata en otro capítulo.  


¿El futuro del PSOE? Quizá haya una buena opción con Susana Díaz, tiene la oportunidad de resolver a la vez el problema de liderazgo, siendo una SG con apoyos orgánicos propios, y el de discurso, renunciando a las emociologías filonacionalista y populista de izquierda.


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