miércoles, 10 de enero de 2018

El babel de lenguas como emociología

El atractivo de los idiomas es fácil de entender y compartir...



... pero no debe ocultarnos otra faceta de las lenguas: su potencial para separar y diferenciar colectivos.

Un capacidad para diferenciar casi al nivel de, por ejemplo, las razas, las religiones o el nivel económico.


Es decir: las lenguas son un elemento muy eficaz para quien quiera desplegar una emociología.



Que, como es sabido, funciona en dos fases:

1- Diferenciar entre grupos.
2- Desplegar distorsiones sobre supuestos agravios y fantasías.

 

Muy probablemente, el caos del Babel bíblico tenga más que ver con la separación y enfrentamiento por grupos, que con las meras dificultades para entenderse.




Esta reflexión me lleva a no ser partidario de que se promocione el uso de las lenguas autonómicas. No le veo sentido práctico y sí perjuicio: favorece las emociologías y con ello la intolerancia.

Creo que su promoción responde a un erróneo criterio multiculturalista,
con su consecuencia habitual: el crecimiento de prejuicios e intolerancia.




Unas consecuencias no son una hipótesis teórica, sino algo confirmado en la práctica:

   - Las lenguas locales se han vuelto un aprendizaje obligatorio sin necesidad real. No es lo mismo que obligar a circular por el carril derecho para no chocar, a pagar impuestos para disponer de coberturas públicas o a escolarizar a los niños. Obligar a aprender un idioma que es innecesario, ya que todos conocemos otro, es una arbitrariedad política, es partidismo.

   - Hemos visto maestros despedidos por no dar el nivel, multas por etiquetado en español, requisitos en oposiciones que obstruyen valorar según la cualificación... es decir, discriminación por la lengua.

   - Falta de oferta de servicios públicos en español pudiendo proporcionarse sin coste extra. Como en la educación, administración, televisiones, información general... Se puede, hay demanda, pero no se ofrece porque se le oponen intereses políticos. Esto es intolerancia.

   - ...


Su promoción es semejante a lo que en su día fue el catecismo obligatorio. Algo no necesario, de obvio interés partidista y que se impone bajo el pretexto de contar con una mayoría a favor.

¿Alguien defendería hoy que la existencia de una mayoría católica justifica obligar a toda la población a aprender el catecismo? ¿O que justificaría que las maneras de buen cristiano diesen puntos para acceder a puestos públicos, apelando a que luego tendrán mayor afinidad con la mayoría católica?

Ofrecer educación pública sólo en euskera cuando el idioma más hablado es el español transmite una idea clara a los niños: eres vasco, no español, por eso esto es lo que deberías hablar.

Es decir, favorece el despliegue de una distorsión frentista, de una emociología. ¿Acaso esto no es en si mismo una forma de adoctrinamiento político? Sí que lo es: La obligación de inmersión lingüística es hoy día el principal mecanismo de adoctrinamiento nacionalista, mucho más importante que algunos excesos puntuales extremos.



Lo que en sus inicios se argumentó como el derecho a hablar una lengua minoritaria, se desarrollado como una obligación. Como una imposición. Una suerte de intolerancia supuestamente reactiva.

Se entiende que se aceptase esta arbitrariedad casi sin oposición en la Transición, como reacción al franquismo y aprovechando que a todos nos atrae diferenciarnos (nos vuelve un poco especiales) y nos halaga que se defienda lo propio (que no desprecien tu lengua). Pero no es infrecuente que quienes más rechazan un adoctrinamiento (catolicismo, franquismo, feminismo...), acaben propiciando imponer otro (anticlericalismo, comunismo, hembrismo...).

No es lo mismo rechazar una emociología que rechazar las emociologías, que rechazar el mecanismo de movilización mediante la manipulación emocional. Muy habitualmente, quienes con más virulencia se oponen a una emociología, lo hacen con una agresividad manipuladora similar a la de la emociología inicial. En esto los extremos sí que se tocan, se parecen en lo modos de hacer: la manipulación emocional.





¿Cómo verían en una comunidad con alto número de catalanohablantes que se negase por principio la oferta de educación pública en catalán? Esto es lo que ocurre hoy día a la inversa. Y es manipulación política interesada, adoctrinamiento.


¿Conclusión?

Creo que lo razonable es que desde el Estado no promocionen ni consideren obligatorias las lenguas locales. Como no se promociona la religión u otras opciones políticas particulares. 

Y sí que se facilite su aprendizaje donde haya un volumen de demanda que lo justifique. De nuevo, como con las clases de religión, que se faciliten pero sin ser obligatorias, ni aceptando que justifiquen prácticas intolerantes.

Y no, no es el mismo caso que el del aprendizaje del español. Algún día es posible que haya que descartar el castellano como lengua básica en favor de un idioma común europeo, pero a día de hoy es la lengua común española y por lo tanto una opción de verdadero interés práctico, por lo que es razonable que sea de aprendizaje obligatorio.

Es una opción integradora (una lengua común), práctica (como con el inglés, hay una gran población hispanohablante) y que no precisa para mantenerse el bloquear la oferta de educación pública con otros idiomas (al ser una lengua fuerte, su promoción no obliga a ser intolerante).

Las tensiones que observamos en las CC.AA. con fuerte implantación nacionalista confirman el fracaso de las estrategias de potenciar las lenguas locales. Fomentar la diferenciación por zonas lleva a uniformizar por parches, no reconociendo singularidad dentro de cada territorio. Fomenta la intolerancia y el enfrentamiento.
  

Resumen

Con las lenguas locales veo cuatro posibilidades de actuación política:
 - facilitar su aprendizaje 
 - promocionarlo 
 - obligarlo 
 - imponerlo como única opción
de los cuales me quedo con el primero: facilitar su aprendizaje a demanda.

Evitando la arbitrariedad, intolerancia y manipulación. Atentos a que no se utilicen como una forma de adoctrinamiento, de diferenciación nacionalista.



/***/



P.S.1: (2 mayo 2018) He leído un interesante artículo Oriol Bartomeus: ¿Sigue Cataluña siendo “un sol poble”?
En el se explicita: “con la inmersión lingüística en la escuela como factor de unificación, promovido por las izquierdas (el PSUC y el PSC)”.
E incluye el siguiente gráfico que muestra claramente el por que interesa al nacionalismo imponer la lengua local. Son lenguas que separan y dan voto.

Es decir. Al promover la obligatoriedad del catalán, la izquierda ha afirmado la cicatriz que separa a Cataluña del resto de España y forzado a los catalanes no nacionalistas con una imposición. Es decir, ha alimentado el problema nacionalista.

P.S.2: (8 mayo 2018) Una entrada del blog que ayuda a entender por qué promocionar las lenguas locales abre la puerta a las emociologías.


 


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